Tras unas semanas de rajoycismo en mi blog, es decir, de no hacer ni decir nada, vuelvo ahora a unas, espero, breves reflexiones acerca de la situación que ronda las vidas de Rajoy y Pedro Sánchez, éste último sin que nadie se lo pidiera.
Rajoy entiendo que debería plantearse si de verdad España merece un gobierno cogido con alfileres. Cuarenta para ser exactos, sin ningún Alí Babá de momento… 120 diputados populares permanentemente expuestos a las "necesidades" de los 40 de CIUDADANOS, cada uno de "su padre, de madre y de sus hermanos"... son muchas necesidades que atender, a las que sumar las de aquellos que se pudieran sumar a última hora de otros grupos o "versos sueltos" de los que, desde hace unos días, pululan por el Congreso. El candidato popular a repetir Presidencia de Gobierno debe pensarse si merece la pena, o si no sería mejor intentarlo pero para comprometerse a convocar inmediatamente otras elecciones que reencausasen la situación política en España. Demasiada endeblez la de un gobierno popular en esas condiciones si es para tratar de tripular y gobernar esta nave. Por su parte, lo de Pedro Sánchez es incomprensible desde el punto de vista de lo razonable. Querer gobernar España con sólo 90 escaños, desde los que muchos no secundan tu intención desde el principio, más 70 u 80 diputados venidos de otros grupos de quienes ya sabemos todos sus verdaderas y aviesas intenciones, es una pretensión que acerca nuestra Nación al barranco de lo irracional. Desde mi punto de vista, a Sánchez le sería de aplicación lo ofrecido para Rajoy, presentarse, conseguir la presidencia y convocar de inmediato elecciones. Aún con más motivo si ya sabe que unos nuevos comicios le depararían, a él también, unos resultados mejores según encuestas que circulan por los mentideros mediáticos. De lo contrario, si Sánchez reivindica tanto progresismo, tanto reformismo, tanta labor ejemplificadora, y se obceca en su pretensión presidencialista yo le propongo que se someta realmente al criterio personal de cada uno de los suyos, permitiéndoles evitar la disciplina de voto en el Congreso y que cada cual vote según entienda la oportunidad de que su Secretario General (¡¡nada menos que del PSOE hablamos, oiga!!) se erija o no como Presidente de TODOS los españoles de TODA ESPAÑA. ¿De qué nos enteraríamos con ello, él y nosotros? De dos cosas. Uno, del apoyo que los suyos de verdad le ofrecen a él y a sus ansias de poder; y dos, de las ganas que tengan los socialistas del Congreso de ser compañeros y cómplices de PODEMOS en la Cámara Baja con todo lo que entre ambos decidan. Porque es verdad que han cambiado los tiempos, pero ¿ha supuesto ello también un cambio en las formas y en las conciencias de nuestra clase política toda? Recuerdo que en esta España que vivimos son necesarios varios Pactos Nacionales: por el Empleo, la Educación, la Justicia y la Sanidad, para empezar, y me pregunto (parece obvia la respuesta) si estaría España en condiciones de disfrutar de tales pactos dentro de un plazo de tiempo prudencial, ante el panorama tan absolutamente desconcertante que los números y, sobre todo, las aptitudes de quienes ponen nombres a eso números, nos ofrecen. Yo dejé atrás mi rajoycismo para volver a escribir, ¿serían sus señorías tan amables de hacer lo mismo para comenzar a ocuparse de España? Gracias.
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Autor Antonio Palomar García (13/02/1969). Archivos
Agosto 2023
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