Ser de derechas como ser de izquierdas son dos formas de hemiplejia política, como bien apuntó Ortega y Gasset. Quizá por ello en VOX, entendemos que ambas formas de pensar son irrenunciables en el proceder político si, a la par, las dos se afanan en preocuparse y ocuparse de España. De ahí que en VOX asimilemos la presencia de ambos "bloques" en nuestro partido. Seguramente ello explique la presencia de republicanos y monárquicos, de liberales y progresistas, de españoles de una parte y otra de la España que nos antecedió. Porque España para VOX es lo primero; a continuación, todo cuanto le incumba, pero España ENTERA, íntegra, lo primero. Asumir la posibilidad e integrarse en un partido de "derechas" como Vox, no es más que entender que las actuales izquierdas no tienen a España más que como objetivo a desintegrar, partiendo desde su Unidad territorial y política, constitucionalmente definida y aceptada por la Soberanía nacional, y continuando por todo el conjunto de valores y principios que han mantenido a nuestra Patria siendo lo que es desde siglos y siglos atrás. Conquistar la utopía depende, hoy más que nunca, de asumir la realidad, y entender que esta izquierda, la que hoy nos toca vivir (disfrutar o padecer, es la vida), no es el medio para una sociedad mejor, no es verdad. No tiene sentido andar a arreones contra todo aquello que se pretende ordenar y gobernar. Eso y la mentira van de la mano. En este mundo en el que nos enteramos de todo, cada vez son más las personas que se dan cuenta que la izquierda te vende derechos y libertades, y después... te los cobra. Hoy no hay parapeto que oculte semejante verdad a poco que uno asome los ojos a internet (lo de consultar libros de historia parece que es pedir demasiado). Esa misma es la izquierda descentrada española, que se maneja hoy como puede entre (inútiles y carísimas) CCAA socialistas y agrupaciones regionales que no saben ya con qué identificarse entre asimetrismo, micronaciones, federalismo indefinibles y demás cosas raras a barajar, nada más y nada menos, por quien llevó al PSOE (o lo que quede del mismo) a sus dos peores resultados históricos, Pedro Sánchez. Y mientras un PP, absolutamente desideologizado, dejándose guiar, precisamente, por esa izquierda sin rumbo (vean todo lo aprobado y lo no derogado en estos últimos 7-8 años). Un panorama en fase embrionaria que sólo inspira los peores temores de lo que puede esperar a España, a la vista de lo que estamos sembrando. Ofrecer a estas alturas un proyecto como VOX puede resultar ofrecer demasiado, en un escenario de aturdimiento político de la población española a la que, entre unos y otros, le sisan la verdad por puro interés partidista, frente a la necesaria fijación en lo que debe ser el interés de todos, España desde sus propios cimientos, actualmente al borde de la voladura por la desidia con sabor a traición. Mas no será VOX quien desista. Somos gente de insistir, la base de nuestro persistir. Así pues, plantear nuestro proyecto a izquierda y derecha de la sociedad se asienta sobre el razonamiento de creer que, si nuestra sociedad deber seguir rigiéndose desde un posicionamiento político sin vaivenes, a día de hoy, la cordura, la coherencia y la sensatez señalan a la opción que aporta VOX, si es España cuanto nos ocupa.
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Que somos VOX y estamos aquí, se lo diremos de otra forma a todos los partidos, especialmente, a aquellos que ocupan normalmente los escaños de la izquierda en nuestras Cortes y en las casi dos decenas de carísimos, y cuasi inútiles para el español de a pie, parlamentos autonómicos. En España sólo hay un partido de derechas y se llama VOX. Un partido en el que nos declaramos conservadores y, a la vez, liberales. Defendemos la Unidad de nuestra Patria tal y como nuestra Constitución (esa que defendemos exigiendo su cumplimiento), recoge. Estamos por el derecho a la vida, no por la defensa a ultranza de la matanza anual de más de cien mil inocentes a quienes se les niega el derecho a nacer. Creemos que para un gobierno español debe haber una prioridad: los españoles. Defendemos las bases de nuestra cultura, de nuestras creencias, de todo aquello que ha permitido que España sea España, y se muestre como tal durante el transcurrir de los siglos haciéndola reconocible en todo el Planeta. Permanecemos al lado de nuestras victimas, y de la dignidad y justicia que merecen recibir.
Todo eso es lo que defiende VOX y nos hace ser derechas, por más que todo eso debiera ser asunto de todos, sin vitolas ni etiquetas políticas interesadas. Y como quienes se llaman de izquierdas esas cosas no las reclaman, sino para ponerlas en duda y evidencia, y además buscan a quién culpar de semejantes reivindicaciones, les pido, les impelo para que no traten de encontrar al PP como objeto de sus reproches. Ellos, el PP, ya no están ahí, hace mucho que dejaron de ser de derechas. Cada día están más con todos ustedes, con la izquierda. Cada vez reúnen más “méritos” que les acercan a la izquierda: subidas de impuestos, indolencia ante ciertos comportamientos y medidas políticas, cesiones de soberanía en nuestra justicia, aprobación de leyes que ni ellos mismos se creen, etc., etc.. Pregúntenles a ellos por qué... No les llamen más derechona. No se lo merecen y no lo son, porque, además, ya no existe semejante cosa en España, esa moda ya pasó. Si que existe la derecha: es VOX, sin complejos, de hoy, en 2017 desde 2014 y hasta que alguien argumente racionalmente que nuestros principios no merecen ser defendidos. Difícil tarea se me antoja, se trata de España ¿les suena? Por ese motivo, por España, desde este humilde y recién nacido partido (precisamente la Constitución impidió que fuésemos abortados -no se lo tengáis en cuenta-), os solicitamos unión. Esa unión que resulta harto complicado escuchar de alguno de vosotros, acostumbrados a demandarla únicamente en uno de los dos bandos que aún os empeñáis en formar. Lo de los bandos suena, hoy día, excesivamente arcaico continuar reclamándolo, y es triste pensar que os resulte chocante que esto os lo recuerde la derecha. Sólo un apunte, la derecha sí, pero reitero la del siglo XXI, ¡despertad! Por España, más allá de la condición de mercenarios constitucionales que, de forma ignorante y gratuita, se nos atribuye, requerimos a todos los llamados a cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución, a que ejerzan su función y hagan que nuestra Carta Magna preste, quizá, el mayor servicio a España para el que fue creada, mantener la Unidad de nuestra Patria ante la mayor amenaza a la misma en el presente siglo. La convulsión social que desde la política generáis, es responsabilidad vuestra hacerla desaparecer. En ese camino nos encontrareis, para devolver a España la normalidad y la concordia en las que la derecha y la izquierda puedan volver a mirarse, con el único objetivo que, se supone, nos mueve a todos, España. Para contar con la derecha, insisto, aquí está VOX. VOX está en esa dirección y sentido. Nadie, por el bien de todos, contravenga ni una ni otro. Nuestra Constitución es la Biblia de nuestra Libertad, la razón de ser de nuestra Patria, el vínculo común de todos los españoles. Hoy, como sucesores de la Soberanía que se nos ha ido donando generación a generación, hemos de saber dignificar lo recibido. No confundir, llamando error de otra época, nuestra capacidad actual de interpretar la Carta Magna más envidiable del Siglo XX que, por más señas, es la nuestra. Quienes hoy pretendan otra, realmente, sólo querrán la que ellos consideren suya. Hay que volver a dar forma a España. Aprovechar, quizá, para las reformas constitucionales oportunas y extraordinariamente consensuadas. Pero aprovechar también para eliminar con ello tanto como a nuestra Patria la llevó por el camino del desvarío en los últimos años. Reencauzar España es tarea que urge: la educación, la justicia, la sanidad, el propio estado autonómico requieren de la sapiencia de quienes aún puedan y estén dispuestos devolver a España al sendero de la sensatez. Esa sensatez que a los demás les ayude a reconocer a nuestra Patria, y a todos los españoles a saber, reconocer y amar como propia que es nuestra Nación. Hemos de saber vivir en el Siglo XXI sobre la base de un proyecto que se arraiga en discurrir de centurias y centurias de historia, de una tan sufrida y como enorgullecedora historia, la de España. Es cierto que la velocidad de los cambios hoy se producen con una aceleración en nada comparable al suceder de los acontecimientos en otras épocas. Mas el conocimiento de ese hecho ha de fundamentar la base de la prudencia con la que movernos al ocuparnos del hecho que nos importa, el ser de España en la inmediatez de su futuro. La mirada atrás debe erigirse en el sentido de nuestra actuación, esto es, saber qué fuimos y venimos siendo, para reconstituir y fraguar nuestro más cercano devenir. Si los tiempos fueron capaces de cambiar posicionamientos en otros ámbitos que parecían inamovibles, no sin el debido y razonado debate, España también merece la oportunidad de actualizar los cimientos de sus organización social, económica, política, militar, etc. Eso sí, mientras tanto, nada puede ni debe dejarse al arbitrio o al capricho del interés de alguna parte de esas que hoy blanden manipuladas interpretaciones de lo vigente en nuestra Constitución. La que hay es lo que hay, como así nos fue cedida, mientras los españoles no decidamos resetear el sistema entre todos. Se trata de nuestra Biblia, y en ella nos va nuestra libertad. Íbamos a durar un rato, éramos la rabieta de unos pocos, no llegaríamos a ninguna parte. Lo de Vox no tenía futuro. Si España dependiera de todos esos gurus, apañados estábamos.
Aquí seguimos. Perseveramos, con España como fondo y fin de nuestro actuar, y España comenzó a escucharnos, a darnos nuestro sitio. Insistimos en hacer llegar a nuestros compatriotas nuestras propuestas, y la confianza y seguridad transmitida en cada idea, de la que a España hacíamos y hacemos partícipe, nos era devuelta cada vez con mayor complicidad en nuestros interlocutores. Hablábamos y hablamos de España y de los españoles, de sus problemas, de sus posibilidades, de sus peligros, de su necesaria defensa hacia dentro y hacia afuera. Porque no se trataba ni se trata de imponer, porque en Vox sólo se exige el amor a España (ama y haz lo que quieras, escribía San Agustín), es por lo que hasta Vox se han acercado republicanos, monárquicos, expeperos y gentes de distinto pensamiento político a quienes sólo un afán nos movía: España. Esa misma España que cuando no es víctima de la indolencia de unos, lo es de los insultos de otros a quienes la propia España mantiene. Por eso insistimos y por lo mismo perseveramos, porque al sinsentido de muchos opusimos la sensatez; porque al valerse de nuestra Patria para la autopromoción partidista, respondemos con la preeminencia de España y de todos los españoles por encima de todo y de todos. Y España (a mí ni me escuece la lengua a nombrarla, ni los ojos al leer su nombre, ni las manos al blandir nuestra bandera) respondió asintiendo a nuestro sentido de la lealtad a su Unidad, y de la sensatez en nuestra proposición de presente de futuro para todos los españoles. Aquí sigue Vox, su persistencia fruto de su insistencia, viendo como los mayores se reconocen en sus principios, como los jóvenes tienen quien les cuente la otra parte que echaban de menos al plantearse España como Patria. Persistimos en Vox, porque insistimos en nuestra creencia y en el futuro de España, de toda España, de cada uno de nuestros compatriotas, porque decir lo que dice Vox dejó de ser un atrevimiento para comenzar a ser lo que muchísimos españoles echaban de menos escuchar de alguien, y Vox lo dijo y lo continuará reiterando: los españoles primero. Por eso proponemos desde nuestra Constitución, insistimos en nuestra Constitución, exigimos la defensa y cumplimiento de nuestra Constitución, la que a día de hoy es la que es, y lo es por voluntad de la soberanía del pueblo español reconocida en la misma, que la aprobó. La misma soberanía que sigue residiendo en quienes la heredamos generación tras generación. Somos Vox, y con nosotros y por España, es lo que hay. |
Autor Antonio Palomar García (13/02/1969). Archivos
Agosto 2023
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