Nuestra Constitución es la Biblia de nuestra Libertad, la razón de ser de nuestra Patria, el vínculo común de todos los españoles. Hoy, como sucesores de la Soberanía que se nos ha ido donando generación a generación, hemos de saber dignificar lo recibido. No confundir, llamando error de otra época, nuestra capacidad actual de interpretar la Carta Magna más envidiable del Siglo XX que, por más señas, es la nuestra. Quienes hoy pretendan otra, realmente, sólo querrán la que ellos consideren suya. Hay que volver a dar forma a España. Aprovechar, quizá, para las reformas constitucionales oportunas y extraordinariamente consensuadas. Pero aprovechar también para eliminar con ello tanto como a nuestra Patria la llevó por el camino del desvarío en los últimos años. Reencauzar España es tarea que urge: la educación, la justicia, la sanidad, el propio estado autonómico requieren de la sapiencia de quienes aún puedan y estén dispuestos devolver a España al sendero de la sensatez. Esa sensatez que a los demás les ayude a reconocer a nuestra Patria, y a todos los españoles a saber, reconocer y amar como propia que es nuestra Nación. Hemos de saber vivir en el Siglo XXI sobre la base de un proyecto que se arraiga en discurrir de centurias y centurias de historia, de una tan sufrida y como enorgullecedora historia, la de España. Es cierto que la velocidad de los cambios hoy se producen con una aceleración en nada comparable al suceder de los acontecimientos en otras épocas. Mas el conocimiento de ese hecho ha de fundamentar la base de la prudencia con la que movernos al ocuparnos del hecho que nos importa, el ser de España en la inmediatez de su futuro. La mirada atrás debe erigirse en el sentido de nuestra actuación, esto es, saber qué fuimos y venimos siendo, para reconstituir y fraguar nuestro más cercano devenir. Si los tiempos fueron capaces de cambiar posicionamientos en otros ámbitos que parecían inamovibles, no sin el debido y razonado debate, España también merece la oportunidad de actualizar los cimientos de sus organización social, económica, política, militar, etc. Eso sí, mientras tanto, nada puede ni debe dejarse al arbitrio o al capricho del interés de alguna parte de esas que hoy blanden manipuladas interpretaciones de lo vigente en nuestra Constitución. La que hay es lo que hay, como así nos fue cedida, mientras los españoles no decidamos resetear el sistema entre todos. Se trata de nuestra Biblia, y en ella nos va nuestra libertad.
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Autor Antonio Palomar García (13/02/1969). Archivos
Agosto 2023
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