Todo empezó con la autonomización de España. Ahí comenzó su atomización, su delimitación intraterritorial que dio inicio a cuanto sufrimos hoy de independentistas, golpistas y demás. Cada cual puso en marcha su propia maquinaria para que la fracturación nacional progresase a la mayor velocidad posible. Así aparecieron las primeras "dinastias" políticas autonómicas; los primeros varones de partidos políticos y los primeros grandes condicionadores del devenir patrio. Arrancaron las transferencias de competencias y, con ello, la descomposición estatal,la desigualdad interterritorial, la ruptura de la equidad entre españoles tan firmemente expresa en la Constitución que les daba y les sigue dando legitimidad. Y en medio de este panorama, apareció la corrupción (rara si es que existió) fue la Comunidad Autónoma que escapó de la misma. Y también el chantaje con la muerte de casi 1000 compatriotas por medio, para tratar de doblar el pulso a lo que quedaba del Estado (esa derrota y traición se dejó para más tarde, esperando a un gobierno endeble como el actual y algún otro no demasiado lejano). La disgregación nacional, la división de la Patria actual apunta a la culminación de un acuerdo de aquellos principios al aroma de una café... A dia de hoy, ya estamos viendo, se habla de desmoronamiento, de ruptura, de descomposición de España. Eso, que hay que recuperar, ya ocurrió, estaba previsto. Como lo está el hecho de la desespañolización, el hilo que aún conecta la relación de unas comunidades con otras, de unas regiones con otras, de unos españoles, al fin y a la postre, con otros. Se trata de hacer desaparecer cuanto una a los españoles. Ni el himno, ni la bandera, ni el idioma, ni las fronteras, ni la historia en común ni el futuro por vivir juntos tiene sentido. España se presta a todo porque España no importa. Somos el laboratorio de ideas ora de Europa (vía Estrasburgo o Bruselas), ora de la ONU (con su Agenda 2030) que parece haberse convencido que, efectivamente, África comienza justo por debajo de los Pirineos. Nuestra Justicia no es ni soberana ni independiente, es lo que digan los organismos internacionales (recuerden qué pasó con la Doctrina Parot en tiempos de Rajoy). Nuestra agricultura, nuestra ganadería, nuestra pesca han de someterse a lo que se derive de la Agenda 2030. Ya están viendo sus primeras consecuencias. Hay que permitir que abarroten nuestras tiendas lo que venga de terceros países, aunque sea sin garantías sanitarias, mientras se machaca día a día a nuestro sector primario. Pero recuerden, somos la España que nuestros gobernantes han decidido que sea, por acción u omisión, según convenga a quien quiera. Somos la España que desarma a sus fuerzas de seguridad y condiciona su actuación hasta lo ridículo para que el ilegal o el delincuente campe o ejerza a sus anchas. La España que estruja la legislación para justificar sin medida a quienes la quieren romper, con tal de mantener en el poder a quien la lleva a una ruina y a una irrelevancia internacional que causa perplejidad hasta entre quienes aprovechan nuestra endeblez para adelantarnos sin siquiera esforzarse, yo diría, que incluso sin planteárselo. Y en esas andamos. ¿Solución? Está en los españoles, en luchar contra el desistimiento hacia todo lo español al que nos quieren conducir. Una lucha que debe partir de valorar la coherencia en la actuación política que se mantiene en sus postulados y su concepto de España en todo momento. La que no dice una cosa aquí, otra allá y otra distinta acullá porque los intereses del momento así lo aconsejen. Eso es lo que nos ha traído hasta aquí. La historia de la diversidad, la pluralidad, la peculiaridad o la singularidad que divide y sólo une porque interese en un momento, han sido y perduran como los ingredientes esenciales para la desespañolización referida. Toda apelación al pasado es combatida y convertida en motivo de culpa para el español. Apelar al respeto y el enaltecimento de nuestra simbología nacional constituye motivo de encasillamiento fascista, de acusaciones pretender monopolizar lo de todos cuando la intención reivindicar lo de todos. Nuestra labor debe consistir en persistir en lo último a pesar de todo, por encima de todo. Este es nuestro día a día. Nuestro o el de cada cual, porque a saber si ya ni los días son lo mismo para unos que para otros.
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Autor Antonio Palomar García (13/02/1969). Archivos
Agosto 2023
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